¡Necesitamos la música!

Foto por Anna Catherine

«Donde hay música no puede haber cosa mala»

Por Elisabeth de Isáis (1923-2012)

«Donde hay música no puede haber cosa mala», dijo Miguel de Cervantes en su famoso libro Don Quijote. Sí, la música merece un aplauso especial, tanto por su hermosura como por la utilidad que presta al logro de la felicidad humana.

¿Para qué sirve? Para tranquilizar, inspirar, animar, entristecer o exaltar. ¿Por qué tocan música todo el día en los supermercados? Porque los clientes compran más si oyen música optimista y hermosa, escogida científicamente. 

Dijo el poeta inglés Robert Browning: «El que oye música, siente que su soledad se puebla de repente». 

Además, es un auxiliar a la creatividad del ser humano. Los niños que estudian música tienden a ser los más aplicados y listos. El producir música ayuda al desarrollo de la personalidad, del intelecto y del carácter; fortalece la salud física y mental;  vigoriza la coordinación de la mente, de los ojos, de los oídos y de todos los músculos. 

Cantar o tocar algún instrumento en grupo, nos hermana con otros, nos responsabiliza y nos disciplina. Indudablemente la voz de una simple mamá no se compara con una estrella de ópera, pero puede servir de mucho consuelo al hijo enfermo o triste. 

La Biblia contiene numerosas referencias a la música como expresión de adoración, muestra de gozo y alegría espiritual. El Salvador Jesucristo entonó un canto con sus discípulos la noche antes de su muerte, aun sabiendo la agonía que le esperaba en pocas horas. Pablo y Silas no dejaron de cantar durante el encierro que padecieron en la cárcel de Filipos. ¡Buenos ejemplos!

El apóstol Pablo hablaba de los diferentes cantos en la vida espiritual: «Hablando entre vosotros con salmos y con himnos, y canciones espirituales, cantando y alabando al Señor en nuestros corazones» (Efesios 5:19). La gran variedad de tipos de música muestra su profunda belleza.

Los himnos y cantos de la Iglesia cristiana sirven en cada circunstancia. Cuando un grupo de creyentes canta en el panteón para despedirse de algún amigo o ser querido, las demás personas se maravillan y dudan de su cordura, pero están expresando su gozo porque ahora el difunto está en el cielo con el Señor y con sus seres queridos que se le han adelantado.

Al final de los tiempos los creyentes tendrán un nuevo cántico, cuando millones de millones alabarán a Dios con voces purificadas por toda la eternidad. Entonces, será realmente cierto lo que dijo Cervantes: «Donde hay música, no puede haber cosa mala».

¡Que viva la música!

Adaptado de la revista Prisma 39-5


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