El pararrayos de Van Gogh

Foto por Andrea Hernández

Cómo mi corazón, mi arte y mi vida dejaron de estar vacíos

Por Fernanda Reyes

Hace tiempo leí la historia sobre una pintura de Vincent Van Gogh llamada: «Los lirios», obra que realizó mientras vivía en un asilo ubicado en Francia. La terminó antes de sufrir su primera crisis psiquiátrica en el sanatorio del monasterio de Saint Paul de Mausole y la nombró: «El pararrayos para mi enfermedad» porque sentía que, si continuaba pintando, podía evitar volverse loco. 

Todas esas obras, que hoy día valen millones, no fueron creadas con la intención de ser exhibidas en un museo y que multitudes de todo el mundo viajaran a verlas; Van Gogh simplemente encontraba un escape a su tormento cuando pintaba. 

Llama mi atención cómo a  Van Gogh, a pesar de realizar esas hermosas pinturas, le embargaba un profundo dolor y miseria, los cuales expresaba en sus cartas a su hermano Theo. Sin duda, esto le cobró factura durante toda su vida.

Esta historia me sacudió. Mientras leía, no podía evitar pensar en cuántas veces me he refugiado en muchas cosas antes que en Dios. Cuando el dolor llegó a mi vida, deseaba calmarlo intentando de todo, excepto recurrir a Él. Fui una Van Gogh: «creando obras» para tratar de salvarme, pero solo me llevaron a una falsa autosuficiencia. ¡Qué peligroso! De seguir por este camino pude haber tenido un final trágico como el del famoso pintor: la muerte, aunque en mi caso, de manera espiritual.

En un momento de claridad, me di cuenta de que ahí estaba Dios, que era su gracia la que siempre estuvo actuando como un pararrayos para mí y que sin ella yo nunca hubiera podido sobreponerme a mi dolor. 

Comprendí que el arte, así como otras cosas que me apasionan, no son el problema. Sino que Dios desea que le entregue todo lo que hago de manera genuina, porque las obras que hacen sus hijos son admiradas por el más grande artista: Dios mismo. 

Mi corazón, mi arte y mi vida dejaron de estar vacíos porque Dios les dio sentido. Me aferro a las palabras del salmista cuando expresa: «¿Por qué estoy desanimado? ¿Por qué está tan triste mi corazón? ¡Pondré mi esperanza en Dios! Nuevamente lo alabaré, ¡mi Salvador y mi Dios!» (Salmos 42:11 NTV). 


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