¿Cómo conocer el llamado de Dios para nuestra vida?

Foto por Armando Lomelí

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Por Carrie Stafinski y Ann Díaz

A veces, discernir el llamado o la voluntad de Dios se siente como si estuviéramos cruzando un campo de minas. Si damos un paso en falso, provocamos una explosión y Dios ya no nos bendice. ¿Nos hemos sentido así alguna vez? 

Es natural que no podamos entender por completo la voluntad de Dios, pero no tiene que ser un misterio. Como Iglesia hemos comunicado que el llamado y la voluntad de Dios son asuntos muy complicados, pero ¿qué dice la Biblia respecto a lo que somos llamados los creyentes? 

Somos llamados al arrepentimiento (Lucas 5:32), a la salvación (1 Tesalonicenses 5:9-10), a la adoración (Salmo 95), al servicio a la comunidad (1 Pedro 4:10-11) y a muchas otras cosas. En realidad, podríamos decir que es un solo llamado que comprende varios aspectos.

Incluso encontramos que Dios nos llamó desde que nos creó, como dice el Salmo 139: «Me viste antes de que naciera. Cada día de mi vida estaba registrado en tu libro» (Salmo 139:19a).

Ahora, imaginemos que un día estamos caminando en la calle y de pronto escuchamos la voz de Dios como un estruendo y vemos una luz deslumbrante. ¿Cómo reaccionaríamos? Sería extraordinario, justo como lo fue el encuentro de Pablo con Jesucristo (Hechos 9:1-19). 

El llamado de Pablo fue milagroso, sin embargo esto no es común, aun en la Biblia. Alrededor de cien personas recibieron llamados directos e inconfundibles de Dios de una forma sobrenatural, pero, ¿qué hay de las otras personas en la Biblia? ¿Y qué hay de nosotros? A veces Dios habla de una manera asombrosa, pero la mayor parte del tiempo no es así.  

El problema de esperar un acto sobrenatural es que muchas personas ni siquiera se sienten llamadas porque no han tenido una experiencia mística. Otros creen que tienen que ser «súper espirituales» para recibir un llamado especial de Dios. Viven atorados, estresados y sin gozo, como esa persona en el campo de minas. 

Por otro lado, es cierto que la relación entre la libertad que tenemos para tomar decisiones y la guía soberana de Dios es algo paradójico, porque ambas existen al mismo tiempo. Sin embargo, es una idea equivocada pensar que solo existe una dirección correcta que tomar, que la voluntad de Dios es siempre algo muy específico que tenemos que adivinar y que si no lo logramos, significa que estamos fuera de la voluntad de Dios. 

En ocasiones Dios es muy directo y claro con el siguiente paso que debemos tomar, pero en general nos da libertad de elegir y nos puede bendecir en varios caminos. El llamado de Dios siempre es espiritual y práctico a la vez. En ocasiones milagroso, pero nunca es místico (en el sentido de que es mágico y de que hay que buscar señales). 

Volvamos a la vida de Pablo para ejemplificar cómo aun cuando su llamado fue sobrenatural, también fue práctico. Varios factores prepararon a Pablo para la misión que Dios tenía para él. Revisemos algunos: 

Era fariseo, muy celoso de la ley (Filipenses 3:4-5). 

Estudió con Gamaliel, uno de los mejores profesores en aquel tiempo (Hechos 22:3). 

Era ciudadano romano (lo que le daba algo parecido a un pasaporte en el mundo occidental) (Hechos 22:22-29).

Hablaba varios idiomas, conocía otras culturas y era capaz de adaptarse a ellas. 

Era buen escritor (redactó un buen número de cartas del Nuevo Testamento). 

Como vemos, cada creyente tiene un llamado práctico, pero ¿será que hay llamados más importantes que otros? ¿Quién puede servir mejor a Dios: Un pastor o un abogado? En realidad, los dos tienen el mismo potencial de dar fruto por su servicio. 

El pensamiento griego ha afectado la mente de mucha gente, incluyendo a los cristianos, pues ellos separaban lo sagrado de lo secular. Pero la cosmovisión de los judíos era integral, lo cual quiere decir que Dios llama a la persona completa, con todos sus dones, historia, pasiones, talentos, personalidad y más. 

Cualquier persona puede servir a Dios en su trabajo, ya sea como contadora o directora ejecutiva de una empresa, cajera, mesera o artista.

A veces pensamos que los dones que Dios da son los que vemos con más frecuencia dentro de una iglesia local, como son los pastores, diáconos, maestros o líderes de alabanza e incluso los llegamos a considerar como más espirituales. 

No obstante, podemos ver cómo Dios en su Palabra dota a sus hijos de habilidades muy diferentes, como cuando mandó a construir el Tabernáculo. «El Señor los ha dotado de un talento especial en el arte de grabar, de diseñar, de tejer y bordar en hilo azul, púrpura y escarlata de lino fino. Ellos se destacan como artesanos y diseñadores» (Éxodo 35:35). 

Dichos dones son igual de valiosos que los más tradicionales. Muchas veces menospreciamos a aquellos que tienen talentos artísticos y manuales, pero sus dones también son espirituales. 

Entonces, no existe ninguna separación entre lo sagrado y lo secular si estamos trabajando para glorificar a Dios. Los pastores y misioneros son importantes, pero solo componen un pequeño porcentaje del cuerpo de Cristo. No podemos cumplir la Gran Comisión con los esfuerzos de una minoría de cristianos. Dios quiere usar a cada uno de sus seguidores con los dones y talentos que les ha dado para servirle.  

Así que, de manera práctica, ¿cómo conoceremos más a fondo la voluntad de Dios para nuestras vidas? Leyendo su Palabra, orando, involucrándonos en una iglesia local y también usando nuestro TIEMPO:

Talentos 

Intereses

Experiencia

Metas

Pasiones, y

Oportunidades

Abrazando la libertad que tenemos para tomar decisiones, podemos orar para pedir la guía de Dios. He aquí algunas ideas: 

  1. Oremos por oportunidades para usar nuestro tiempo en algo que disfrutemos y donde podamos poner en práctica nuestras habilidades, gustos, educación, etcétera.

  2. No pidamos señales, sino que Dios abra y cierre puertas dónde Él lo vea necesario, mientras tomamos pasos de fe.

  3. En lugar de decirle a Dios: «Muéstrame la decisión correcta», oremos: «Señor, ayúdame a tomar una decisión sabia».

  4. Antes de tomar una decisión, conversemos con personas que nos conocen bien o participemos en un proceso de reflexión y crecimiento con un coach certificado.

  5. No nos enfoquemos tanto en qué estamos haciendo, sino en cómo estamos demostrando el amor de Cristo a través de lo que hacemos.  

En conclusión, el llamado de Dios incluye todo nuestro ser, nos da libertad para tomar decisiones y quiere que vivamos con gozo. Como dice Darrow Miller: «Dios es el Señor de toda la vida, no solo de una parte. Él es Señor de la fe y las misiones y la fundación de iglesias, y también Señor de los negocios, la ciencia y el arte. Dios es Señor de todo». 


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